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El Solsticio de invierno: renacer en tu luz

El solsticio significa sol detenido, y ocurre cuando el sol se encuentra en su punto más alejado y durante varios días no cambia su trayectoria. Dando lugar al día más largo en unos puntos del planeta tierra y al día más corto en otros.

El solsticio de invierno, el día 21 de diciembre, marca el renacer de la luz, se terminan los días más oscuros del año y se celebra la llegada de la luz. Es el momento para que puedas renacer en tu luz, una vez integras y avanzas en tu sombra.

En general, el solsticio de invierno es menos celebrado que el de verano, o que alguno de los equinoccios, como el de primavera. Esto es así fundamentalmente porque es una celebración asociada a la oscuridad y al mismo tiempo al renacer y la esperanza, siendo por tanto más íntima, aunque los rituales celtas y nórdicos tenían encuentros y bailes.

De origen pagano, con el tiempo mucho de los rituales del solsticio de invierno se pasarían a la celebración católica de la Navidad, así el famoso árbol de Navidad. En España, una de las celebraciones celtas del solsticio de invierno estaba dedicada a Baelisto, quien era el dios que purificaba y renacía en el solsticio, asociado al sol y a la luz. En el norte de Europa se celebraba la fiesta del Yule, en la noche del solsticio se quemaba un gran árbol durante toda la noche, para iluminarla y recibir el nuevo día y estar en contacto con los dioses según las diferentes tradiciones.

Para los druidas es una época marcada por la mayor cantidad de poder energético del año, conlleva la muerte de tu ciclo anterior y tu renacer al nuevo ciclo. Por tanto, los rituales, intenciones y trabajos que realices en este solsticio tienen mucha importancia y sobre todo gran poder de empuje para tus nuevos proyectos.

Entre los rituales que realizaban los celtas destacan los que hacían con los árboles. Llenaban con deseos y velas los árboles que estaban desnudos sin hojas, para conmemorar el renacer del nuevo ciclo y por otro adornaban con guirnaldas y lazos los que tenían hojas perennes, porque para ellos representaban los dioses y la capacidad de permanencia. Naturalmente, dependía también de aquellos más cercanos y disponibles para ellos.

La invitación es que puedas aprovechar este solsticio para reconocer tanto aquello que dejas ir y de que durante un tiempo te hace sentir más débil y frágil, y por otro valorar lo que permanece contigo y te hace más fuerte. El final de un ciclo que, aunque marcado por cierta oscuridad, ha sido necesario y perfecto para traerte aquí, junto al renacer sutil a la luz más frágil que existe, el amanecer del invierno y tus primeros rayos de sol en este nuevo ciclo.

Ejercicio/ritual para el solsticio de invierno:

Escoge un árbol de hoja caduca y un árbol de hoja perenne con los que te identifiques. Toma una hoja de papel y dibuja a cada lado los dos árboles seleccionados. A tu izquierda el de hoja caduca y a tu derecha el de hoja perenne. Al igual que en el invierno sigues el hábito de abrigarte, de comer quizá comidas más calientes, estar más en interior, busca hábitos que quieras dejar atrás y hábitos que quieras reforzar. No vas a trabajar con un propósito en sí, sino que vas a aceptar un proceso de cambio de estación y, por tanto, de cambio y mejora en tu vida en general, y por eso se trabaja sobre los hábitos.

Te posicionas en el árbol de hoja caduca y escribes cuatro hábitos que quieres dejar atrás, que son parte de aquello que ahora te está limitando, así por ejemplo “reducir a 45 minutos el consumo de redes sociales al día.” Una vez has completado los cuatro, pasas al árbol de hoja perenne y escribes los cuatro hábitos que quieres mantener e incluso aumentar, “subir 5 minutos mi meditación antes de dormir cada día.” Es importante que escribas de la manera más específica cada hábito (recuerda que es un hábito, no una competencia o una fortaleza o una debilidad). Las estaciones son parte de nuestra rutina de vida, nos marcan hábitos necesarios en cada una de ellas y ese es el enfoque de este ejercicio. Guardarás tus árboles hasta el próximo solsticio de invierno que lo revisarás, lo quemarás en la vela u hoguera que tengas para esa noche y harás uno nuevo.

La loba y el lobo son animales totémicos, es uno de los más asociados a la tradición celta y sobre todo al invierno porque es de los pocos animales que se mantienen activos a pesar del frío. Significa lo salvaje, el instinto que te caracteriza y te da fuerza.

Conecta con tus hábitos anteriores y piensa qué fuerza te caracteriza, quizá tu nivel de energía, tu creatividad, tu pasión, usa esa fuerza durante este año para dejar atrás hábitos e incluir y potenciar otros. Los lobos pueden ir solos o en manada, piensa qué te ayudaría para poder avanzar en soledad en tus objetivos, una agenda, un reconocimiento, un compartir tus cambios. Además, identifica también qué te ayudaría para avanzar en esos hábitos con otras personas, puede ser hacer el ejercicio con otra persona, compartir cada hábito con personas diferentes, 8 en total.

Dedícate este solsticio a ti, a tu renacer en la luz aprovechando aquello que te hace fuerte incluso en las horas más oscuras. Sal a la luz sintiendo esa fuerza, dejando que cada rayo ilumine las partes de ti que así lo necesitan, porque tú eres todo y todo es importante en ti.

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